lunes, 14 de julio de 2008

La transgresión de la poesía

La poesía logra en ocasiones infringir las normas sociales en un modo que quizá no puedan hacerlo otras formas culturales. El PAN, encuentro de poesía en Morille, me ha permitido reflexionar sobre esta capacidad: nos hace vislumbrar otras formas de vida a las que querríamos mudarnos. Señala posibilidades deseables. Y no hay nada más transgresor que el deseo de lo posible. Se me ocurría esta idea pensando sobre dos aspectos que me han conmovido particularmente: el primero escuchando las propuestas de algunos poetas: Antonio Gómez, el poeta visual heredero de Brossa, I. Miranda, un jovencísimo madrileño, que son capaces de rehacer los objetos que nos rodean y convertirlos en promesas de otra vida. Gómez regala haikus atados a dos eslabones de una cadena: promesas de amistad y amor. Miranda escribe libros que solo pueden leerse una o dos veces: las letras desaparecen al leerlos. No hay intención de grandes ventas ni éxito social. Los poetas renuncian en sus mínimas distancias al consumo masivo de la cultura. Sólo creen en algo más que lectores: para ellos sus poemas deben ser estrictamente regalos que se reciben con agradecimiento. M. Ángeles Perez y Vega Sánchez presentan poemas y videos sobre la pintura de la mujer: transgreden las fronteras del lenguaje y la imagen en una suerte de propuesta nueva. En los poemas de Ángeles, las mujeres se convierten en imágenes, en las imágenes de Vega, las mujeres se convierten en poesía. Más allá del mundo como imagen: ser las palabras que somos, ser las imágenes que querríamos ser. Hay otras formas de crear posibilidades: el pensamiento, la técnica, la transformación social. Pero sólo la poesía nos hace sentir la melancolía de una vida que no ha realizado esas posibilidades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario