martes, 4 de mayo de 2010

Algunas peculiaridades de los ojos


"¡Gavagai!", grita el indígena trobriandés. "¿Gavagai?", pregunta el antropólogo intrigado."Evet, gavagai" responde seguro el nativo."Ha visto un conejo", piensa y anota en su cuaderno de campo. "O quizá es una sombra de conejo que apareció entre el matorral". "¿Se referirá tal vez a las partes que forman el conejo?"... Etcétera. La historia es bien conocida: dio origen a la meditación filosófica sobre la traducción en contextos radicales. Quine pensaba el lenguaje prescindiendo de los pensamientos: bastaban estimulaciones sensoriales, gestos de asentimiento y aprobación por parte de la comunidad. Cincuenta años más tarde aún nos asusta la conmoción metafísica que produjo aquella divertida historia. La hermenéutica, la filosofía que considera al ser humano como un ser que interpreta y se autointerpreta, quedó enmudecida ante esos ejemplos de traducción radical en los que no existe la mediación del lenguaje como horizonte compartido. Pocos ejercicios de escepticismo habían sido tan catastróficos en la historia.
No creo que sea casual la coincidencia con el ascenso de las imágenes como sustitutos del lenguaje en la primacía metafísica contemporánea. El llamado giro visual, antes que filosófico, estaba siendo una transformación cultural: los iconos estaban sustituyendo a las palabras. El discurso del empresario en la radio daba lugar a la imagen del publicista; la arenga del dictador al laboratorio del NODO; la radionovela al culebrón; la literatura a internet.
Pero la filosofía académica siempre tiene respuesta para todo. El lenguaje --nos dicen los filósofos del ramo-- sirve para que la conversación siga. Las imágenes no. Con el lenguaje podemos comentar. Con las imágenes hacemos cosas, pero es difícil comentar imágenes con imágenes. Las imágenes no son lenguaje. El lenguaje no es imagen.
Estas seguridades comenzaron a tambalearse anoche mientras leía un brevísimo cuento de Philip K. Dick: Algunas peculiaridades de los ojos. El protagonista (la narración se devana en primera persona) se convence de que la Tierra ha sido invadida por extraterrestres que tienen la misma apariencia que los terrícolas con pequeñas peculiaridades que les distinguen y a él lo aterrorizan. Encuentra la evidencia en una novela de amor barata olvidada en el asiento del autobús. Allí lee:

La frase (aún tiemblo al recordarla) decía:
... sus ojos pasearon lentamente por la habitación.
Vagos escalofríos me asaltaron. Intenté imaginarme los ojos. ¿Rodaban como monedas? El fragmento indicaba que no; daba la impresión que se movían por el aire, no sobre la superficie. En apariencia con cierta rapidez. Ningún personaje del relato se mostraba sorprendido. Eso es lo que me intrigó"

El protagonista continúa la lectura y los sobresaltos. Encuentra frases como "...sus ojos se movieron de una persona a otra"; "...a continuación, sus ojos acariciaron a Julia"; "...sus ojos, con toda parsimonia, examinaron cada centímetro de la joven" ("¡Santo Dios! --dice el personaje-- En este punto, por suerte, la chica daba media vuelta y se largaba"). Aterrorizado por haber descubierto esta amenaza secreta a la humanidad se cierra el cuento: los dientes le castañetean.
El sarcasmo de Philip K. Dick llega a una de sus muchas cumbres en este relato. Su profundidad filosófica, comenzamos a pillarla ahora, cuando ya hemos oído hablar de las metáforas que infectan todo el lenguaje. ¿Tanta es la gravedad de la epidemia?: cuéntense las metáforas de la última frase que acabo de escribir.
Habíamos aprendido de los semióticos, de los imperialistas del lenguaje (Barthes, et al.) que el lenguaje habla de sí mismo; que es omnisciente, omnipotente y ubicuo. Philip K. Dick parece responderles con una carcajada de perro pulgón. ¿Y si el lenguaje no fuese sino un parásito de las imágenes?; ¿y si necesitase de las imágenes para seguir conversando?

La cabeza me da vueltas.

5 comentarios:

  1. La pregunta típica de ¿es posible el pensamiento sin lenguaje?... nunca he sabido responderla; parece que no, pero.... Por otro lado, ¿es posible el pensamiento sin sensación?... ¿alguien lo sabe? (¿alguien siente que lo sabe?).

    Philip K Dick es un genio planteando todo este tipo de parádojas: ¿sueñan los androides con ovejas eléctricas?...

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  2. Imagen o lenguaje... No sé, aceptar que entre una cosa y otra existe una diferencia esencial, la verdad, me cuesta. Un amigo mío, poeta para más señas, tiene un blog estupendo (http://laluzdelagua.blogspot.com/) que alimenta con frecuencia a base de haikus. El haiku es, precisamente, la imagen dicha, la imagen hablada, la fórmula donde lenguaje e imagen se funden en una sola cosa.
    Por otra parte: pensamiento y leguaje, lenguaje y pensamiento... ¿pensamos como hablamos o hablamos como pensamos? ¡Herder bendito! ¡Hablamos y pensamos! ¿No debería, acaso, bastarnos con eso?

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  3. En el momento en que el texto aparece (y debe necesariamente) se abre el abismo existencial... y no podemos quedarnos "contemplando" (como sí con la imagen o la múica) sino que... necesitamos seguir y seguir hablando, ya sin poder parar... En ese sentido, a veces se descansa con la música y la imagen. Tal vez incluso con el cine en donde pesa más la acción que la palabra (salvo escepciones... un tanto "aburridas").

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  4. Hablamos y pensamos, eso debería bastarnos; claro, no necesito saber cómo funciona una radio para escucharla.

    Habría que habérselo dicho a Malinowsky, qué demontres haces tú perdido en la Polinesia... claro que, como antropólogo, puedes analizar cualquier sociedad menos la tuya; por aquel entonces creo que eso aún no se sabía

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