martes, 11 de octubre de 2011

El murmullo de las hojas y otras preguntas sin respuesta




Sostiene Krakauer en su Teoría del cine que lo que nos importa de este medio es que puede representar el murmullo de las hojas (así se alabó a los Lumière) independientemente de lo real e imaginario de la cuestión que allí se represente. La capacidad del cine para transmitir la experiencia no tiene comparación. Por la visualidad, desde luego, pero también por las elipsis de la imagen mucho más poderosas que las elipsis de la palabra.
Esto viene a cuento de la imprescindible obra del Asghar Farhadi superpremiada en la Berninale y recién llegada a estos desiertos, Nader y Simin: una separación. La primera escena es una declaración de una pareja que desea divorciarse frente a un juez. Pero el juez no es otro que la cámara (nosotros). Y todo lo demás no es sino una ininterrumpida hitchcockiana catarata de acontecimientos que tienen que ver con el Irán actual, con la historia de una pareja, con la lucha de clases, con la vida misma.
Pero lo que hace de esta película algo imprescindible es que nos deja con preguntas sin respuesta, porque si tratásemos de responderlas nos involucraríamos en la trama y es precisamente lo que deseamos no hacer en absoluto.
Nos concierne esa historia porque es demasiado cercana y demasiado lejana, porque podemos decir que está en Irán y, por supuesto, su religión es autoritaria y, por supuesto, sus prejuicios son insoportables, y, por supuesto, nada tiene que ver con lo que somos.
Pero Farhadi ha mostrado una historia que es como los murmullos de las hojas, algo de lo que sabemos muy bien de qué se habla aunque la película fuese muda.
Desgraciadamente entra en los circuitos minoritarios que recorren el buen cine contemporáneo. No es un desdoro. En una sociedad del triunfo en las mesas de los hipermercados nada tiene que hacer una película que sólo plantea preguntas a las que ni dios podría responder. Mucho menos los jueces iraníes, mucho menos nosotros.
No importa que no se haya visto; no importa que no pueda ver. El mensaje es simple: hay muchas más preguntas que respuestas. El cine, cuando es bueno, representa el murmullo de las hojas y las preguntas sin respuesta. Por eso amamos el cine por encima de todas las imágenes.

2 comentarios:

  1. Soy un entusiasta del cine también. Voy a hacer todo los posible por ver esa película. Te he descubierto, y creo que te volveré a visitar. Yo también dediqué un post a Steve Jobs, pero más interesante que el post son los comentarios, como suele pasar.

    Te enlazo, Fernando.

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  2. He visto Nader y Simín y me ha parecido una película sobresaliente. Uno se ve inmerso en la trama y va tomando partido intentando escudriñar la compleja e inextricable realidad que tiene seis punto de vista fundamentales y que entran en conflicto entre ellos a través de sus conflictos de pareja, la relación de las hijas con sus padres, el de los dos padres… Me ha recordado en algún sentido a Rashomon porque parece imposible descifrar cuál es la realidad o cuál es la conclusión que queda en el aire con ese largo plano en el pasillo de los juzgados esperando la decisión de la hija de Nader y Simin. No sé si hubiera llegado a esta película sin tu post, quizás sí, pero quiero agradecerte la recomendación. Hoy he bajado a Barcelona a verla en versión original pero han sido dos horas intensas y densas en que era juez y parte. ¡Qué grande es el cine! ¡Qué prodigio de película! Saludos.

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