jueves, 4 de abril de 2013

Sin novedad en el frente cultural



Es bien conocida la frase "cuando oigo hablar de cultura saco la pistola", que unos atribuyen a Hermann Göring y otros a Goebbels. Es bien conocida también la vieja paráfrasis de sacristía de los filósofos de estética "cuando oigo hablar de cultura saco la cartera". Lo cierto es que uno a veces, cada vez más, habla de cultura. Lo hago en muchos contextos, entre ellos algunos contextos filosóficos. Y suelo percibir en las miradas de quienes escuchan una división entre quienes se ponen de parte de Goebbels y quienes se ponen de parte del concejal. La división suele venir por áreas, a veces también por sensibilidades. El resto del auditorio filosófico, quizá el más compasivo, desprende una mirada como de "vaya con este chico, con lo inteligente que parecía y mira a qué se dedica ahora". Lo cierto es que hace mucho que el concepto de "cultura" y todo lo que está relacionado con él ha dejado de habitar en la casa común de los filósofos. Está demasiado contaminado de basura "externa" como para ser recuperable para una filosofía en serio. Al menos eso es lo que se piensa mayoritaria y estereotípicamente.

El por qué ha sido así es algo muy complicado de explicar, y que nos llevaría a recontar buena parte de la historia de la filosofía del siglo pasado. Fue un siglo que comenzó con una derrota: la derrota de la intelligentsia. Muchos intelectuales influyentes (no sólo en el campo de la izquierda) se preguntaron: ¿cómo es posible que el pueblo heredero de los griegos haya votado a Hitler? ¿cómo es posible que la revolución haya ocurrido en un país de bárbaros asiáticos como Rusia y no en las ilustradas plazas alemanas? En algún caso, como el de Heidegger, que también tiene parte en esta historia la pregunta era distinta: ¿cómo es posible que un pueblo de brutos e ingenieros (perdón por la redundancia, pensaría) haya sido capaz de derrotarnos al único pueblo que fue capaz de hacerse la pregunta por el ser?

Todos se hicieron la pregunta, pero hubo dos formas de hacérsela: Walter Benjamin y Antonio Gramsci la hicieron a su modo. Martin Heidegger y Theodor Adorno la hicieron al suyo (todo es mucho más complicado, tendría que citar a Simone Weil y a Hanna Arendt, pero esto es un blog, no una clase). Triunfó en la academia de filosofía una forma de hacerla y una forma de responderla: "podrás hablar de cultura siempre que sea para denostar la industria cultural, siempre que sea para negar todo como si estuvieras en un interrogatorio frente al policía, después de Auschwitz ya no se puede hablar de cultura (depués de Yalta ya no se puede hablar de cultura, pensaría Heidegger)". Y así fue. "Cultura" dejó de ser un concepto para ser convertido en adjetivo ("industria cultural", "capitalismo cultural"...) y todos se dedicaron a lo suyo, es decir a los conceptos legítimos: "sociedad", "arte", "ciencia", "historia", "filosofía"... (un día tenemos que hablar sobre la historia cultural de las áreas académicas).

En el lado oscuro de la fuerza quedaron las respuestas de Benjamin y Gramsci. Porque abrían fracturas entre la teoría y la práctica, entre la palabra y el ser. Entre otras cosas. En los años setenta hubo dos sucesos muy claros al respecto. El primero fue el día que Adorno y Horkheimer permitieron que la polícía (pidieron) entrase en el Instituto para sacar a esos descamisados que se decían seguidores suyos. El segundo fue cuando se cerró el primer instituto de estudios culturales de la Universidad de Birmingham. Habían comenzado las "guerras de la cultura". Nunca hubo una firma de armisticio.

John Rogers Searle (polémica contra Derrida) (1932), Joseph Aloisious Ratzinger (polémica contra el relativismo) (1927) han vivido más que Raymond Williams (1921) (quien quedó en el otro lado oscuro de la fuerza, en el Círculo de Birmingham que creó los estudios culturales) y, en cierto modo, representan esta muralla que se alza contra la catalogación del término "cultura" como animal de compañía académica.

Me pregunto si no cabría volver a donde estábamos cuando se abrió el frente cultural y volver a pensar sobre el concepto de cultura, que se dejó en manos de comerciantes o divulgadores (de la vieja definición de los antropólogos de la era del imperio), y repensar también por qué ciertas palabras son condenadas al exilio en ciertos círculos de distinción.

10 comentarios:

  1. Juan Lucas Godardviernes, 05 abril, 2013

    Hola:

    La frase "Cuando oigo hablar de cultura, saco la cartera" no se remonta a ninguna "sacristía" de "los filósofos de estética", sino a la más o menos conocida frase que el productor de "El desprecio" (1963) de Jean-Luc Godard le dirigió a este con ocasión de esa mismo filme (he calificado esta anécdota de "más o menos conocida"; pero he de confesar que quizá sólo lo sea tanto en nuestras "sacristías de filósofos de estética": es lo que tiene ser sacristán, que haces mucho cine-fórum y tal).

    Eso sí, en medio del algo deslavazado texto (en su segunda, no primera acepción del DRAE, por supuesto) veo que aparece luego, como contrapuesta a la de Goebbels, la que se llama "la parte del concejal": concejal que no obstante no había sido citado antes en paraje alguno del artículo y que, por consiguiente, cabe colegir que se refiere a otro presunto sostenedor de la visión del productor de la película de Godard o, quién sabe (en esto confieso mi ignorancia) tal vez el susodicho productor fuera también concejal de algo (¿de cultura?), o tal vez lo sean los "filósofos de estética", o tal vez incluso los que frecuentamos "sacristías".

    En fin, enigma tras enigma. Lo que da de sí la cultura.

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  2. Gracias estimado lector (me hace ilusión pensar que sea el fantasma del propio Godard quien me responda) por señalar los niveles de lectura de mi cadena de calificativos, encadenada con cariñosa ironía. Al fin y al cabo, concejales, productores y comisarios comparten siempre esas trastiendas que son las sacristías.

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  3. Excelente entrada, más mordaz de lo normal... no sabía que la reflexión sobre concepto de cultura había quedado del lado oscuro. Ahora que leo esta entrada es más provocador afirmar que la Cultura es la morada del Ser.

    Saludos profe.

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  4. Siempre que se habla de cultura desde un estado totalitario, ya sea militar, ya sea religioso se desenvainan rifles o se prenden hogueras.

    La cultura es lo que mas incomoda a los "Estados". La hegemonía y la pretendida uniformidad cultural de los estados se vé diezmada tanto por lo biológico como por lo cultural.
    Pero es que si no estuvieran los estados esto sería un "contradios".
    ..... Pierre Clastres esboza el "el comecome" que subyace bajo las culturas de los estados... .así como la violencia de lo que los antropólogos denominan "lasmalllamadassociedades primitivas".

    Ana la de la Carpetana

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  5. Se enfada mi comentarista godardiano (he suprimido su comentario por impertinente e insultante. Este es mi blog y no está al servicio de los trolls que pasen por ahí) porque no reconozco que no sabía el origen de la frase sobre la cultura y la cartera. No, al menos no lo recordaba. Lo recordé cuando leí el comentario. Lo que sí recuerdo es haberla escuchado numerosas veces casi siempre como chiste de sacristía en contextos de estética. Chiste de sacristía se suele usar (en España) como calificativo de un tipo de broma o comentario jocoso que se produce entre un grupo de enterados y distinguidos. Eso es todo.

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  6. En cuanto al término cultura en estados totalitarios, de Ana de la Carpetana, tiene razón, pero también lo es que la cultura es muchas veces el sustituto de la fuerza en las formas de dominación. No está equivocado Adorno. Aunque no tenga la finura de Benjamin para apreciar los matices de la cultura de masas.

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  7. Lu cultura es el sustituto de la fuerza frente a muchas formas de dominación. ... ... ...Pero si la cultura es una fuerza frente a las formas de dominación y la cultura también es una forma de escapar de la estructura social cristalizada e inamovible.


    ....¿Qué es la cultura?.

    ..debe ser la metáfora de una navaja suiza....


    Ana la de la Carpetana.

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  8. Cultura frente a fuerzas de dominación o cultura al frente de formas de dominación...............
    Es lo que tienen términos tan polisémicos.

    Ana la de la Carpetana

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  9. Muy interesante la última reflexión.
    Sería bueno volver a pensar en el concepto de cultura y cerrar frentes inútiles.
    Me ha gustado mucho el artículo.
    Hasta el miércoles.
    Un saludo

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  10. El término cultura ha sido objeto de apropiación en multitud de circunstancias en infinidad de ocasiones.

    No olvidemos la legitimación de desigualdades sociales, abusos y crueldades que se infringen bajo el término cultura.

    Pero es que depende desde que sociedad enjuiciemos este término los valores desigualdad, abuso y crueldad son bien diferentes.

    En fín,...., esto no es relativismo, esto es otro contradiós.....

    Ana la de la Carpetana

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